Un consumidor de cocaína en España es un muerto en Colombia
Publicadas por José Ignacio Penagos Hincapié a la(s) 6:00 a. m.El título es explícito y claro. Un consumidor de cocaína en España, Europa y el mundo, es un muerto en Colombia. Cada que un consumidor aspira una línea de coca o como dicen en España, "esniféa" un poco de coca, es una bala disparada en un país que no merece que se derrame sangre y que pone los muertos.
Y es que España es el principal consumidor de cocaína en Europa seguido por Italia y el Reino Unido según lo dio a conocer el ministro de solidaridad social italiana, Paolo Ferrero en un informe al congreso de su país en donde hizo una radiografía de la situación de los países europeos mostrando la preocupación absoluta por el incremento del consumo de cocaína en Europa y situando a Italia como segundo luego de España.
En su informe Ferrero daba a conocer como en España como primer consumidor de cocaína, se convierte en el precursor de este flagelo para el resto de Europa haciendo que sean sincrónicos los incrementos en el consumo en Europa y que "creció el pasado año un 62 por ciento entre los hombres de 25 a 34 años y un 50 por ciento en las mujeres de entre 15 y 24 años, mientras que otras drogas, como la heroína, se mantuvieron estables en el número de consumidores". Si bien las cifras se refieren principalmente a Italia, aclaraba el ministro que eran cifras casi copiadas de los incrementos en España, Reino Unido, Italia, Francia entre otros países
Es evidente que la cocaína producida en Colombia es tristemente protagonista y comparte su liderato con la heroína afgana, hachís marroquí, marihuana albanesa, las drogas sintéticas procedentes de Holanda y las drogas de diseño españolas.
Pero si todo esto es preocupante y va en detrimento de la población joven de los países consumidores, es igualmente preocupante que no se haga nada o casi nada para detener el consumo. Mientras exista mercado habrá producción. Colombia lleva mas de 25 años enfrascado en una guerra sangrienta por detener la producción y que deja un rosario de muertes, huérfanos y viudas y que no termina. Colombia pone los muertos en una balanza injusta si se mira desde todos los puntos de vista.
Cada que una persona compra cocaína en Europa, está financiando las armas de los grupos terroristas y narcotraficantes encabezados por las FARC y las AUC. Guerrillas de izquierda y de derecha por igual que manejan hoy el negocio heredado de los acabados cárteles en el triunfo de los 90 contra el narcotráfico. Pero lo dicho, mientras haya mercado hay producción.
Cuando Colombia pensaba que había terminado con el mal, en Europa los jóvenes con su alto poder adquisitivo, pagaron los precios altos de la droga y reactivó la guerra. Miles de personas, colombianos en su mayoría mujeres pobres han muerto al ser utilizados como "mulas" en el transporte de la droga en sus estómagos. Miles más están habitando las celdas de las cárceles europeas y norteamericanas, mientras los responsables -productores y consumidores- viven libremente en ambos lados del negocio, pues estas personas ganan poco por lo que hacen y el dinero se mueve en las calles.
Un kilo de hoja de coca vale 80 euros en Colombia y que los narcos pagan a los pobres campesinos. Un Kilo de coca procesada vale 1000 euros en Colombia antes de salir del país, pero un kilo de coca en España vale 16mil euros dejando el dinero en su distribución y que es dinero que le pertenece a las redes de españoles que la importan y que controlan el negocio en las calles. Las guerrillas colombianas producen y exportan mientras los importadores están en España que la revenden para el consumo creciente en escuelas, universidades, discotecas y calles.
Claro es que las políticas de control al consumo van por caminos equivocados. No se puede exigir a los países productores que carguen únicamente con la lucha y control, así como tampoco es la única solución buscar solamente contener el ingreso de la droga en aeropuertos y señalar la nacionalidad de quienes la transportan satanizando a un país como Colombia.
Es también necesario acciones decididas -en este caso del estado español- en contra de quienes manejan las redes en calles, que son quienes más dinero ganan y que son nacionales españoles. No se puede olvidar que para controlar el problema hay que ser fuerte en las medidas a quienes consumen. Si el consumidor no es castigado no verá necesidad en parar su consumo y seguirá siendo cómplice de las balas disparadas a lado y lado del océano.
No son las drogas, sino la prohibición lo que está causando un enorme sufrimiento evitable a colombianos, mexicanos, iraníes y un sinfín de seres humanos.