PERIODISMO COLOMBIANO EN CRISIS A LOS 60 AÑOS DEL CPB

El periodismo colombiano está en la cuerda floja. Es un periodismo amenazado. Un periodismo amordazado entre las amenazas de los grupos de extrema derecha y de extrema izquierda. Un periodismo cuya censura llegó al colmo del mismo periodista, quien por proteger su vida, se autocensura. Un periodismo que está sacrificado y presionado por los intereses de los grupos económicos y políticos que son los mismos dueños de los medios de comunicación donde el periodista ejerce su profesión. Un periodismo invadido por el globalismo en donde las noticias ya no se consiguen ni hacen en su mayor parte, sino que se compran como mercancía a agencias sin importar el criterio gracias a comunicadores comprados por los medios como defensores de sus intereses. A todo esto, sumemos el maltrato laboral al periodista profesional en detrimento de su calidad de vida y de la misma calidad del periodismo.

Y es hora de decir la verdad y que ésta se haga pública. Los periodistas damos la palabra y el espacio a todos para sus denuncias, menos para denunciar nuestros males y es que luego de ver al Círculo de Periodistas de Bogotá, subsisir como sindicato que defiende los derechos de los periodistas, por 60 años, pese a las presiones y malas jugadas de los dirigentes de los medios de comunicación, hay que celebrar su aniversario.

1. LOS MEDIOS.
Comencemos por quienes son en parte culpables que los males del periodismo colombiano se encuentre en la situación actual de crisis.

Los medios de comunicación colombianos no son independientes. Su existencia está condicionada a la dinámica del mercado de la oferta y la demanda en donde la información es un producto mas de estantería. Los periodistas son obreros explotados que "obedecen y no piensan". Esta última frase es recordada a diario a los periodistas por algunos directores que son comunicadores que hacen de "jefes" que se han cegado en el poder del mando administrativo, antes que en el criterio periodístico.

Los medios hoy en día, sólo trabajan en pro del beneficio propio. Compran y venden un producto llamado información, empacado en unas cajas llamadas noticieros y con pastillitas de diversos sabores y colores llamadas noticias que son elaboradas por empleados maltratados y explotados económicamente, física y sicológicamente, llamados periodistas.

Los medios de comunicación en Colombia, castran lo que siempre había sido reconocido por un oficio intelectual y con criterio y ahora lo han convertido en un oficio irracional donde se siguen órdenes y donde pensar es una potestad que sólo tienen los que dirigen u ostentan algún poder y que son quienes están doctrinados por los intereses de las empresas.

Un periodista ya no puede hacer periodismo de fuente porque en cualquier momento debe dejarlo a su compañero por una orden, esto deja atrás lo de la confidencialidad de la fuente. Tampoco puede adelantar investigaciones sin notificar previamente a sus superiores -como en el ejército- entre otras cosas, porque debe cumplir con tareas de cubrimiento cotidiano y el tiempo y las actividades son controladas por los superiores. Las investigaciones ya no las adelanta el periodista, sino el medio. En la mayoría de los casos se le dan a los periodistas temas agendados a discreción por los jefes o en medio del cubrimiento cotidiano, el periodista termina reproduciendo los boletines de prensa hasta el punto que el quehacer periodístico, depende mas de la fuente o del comunicador enlace -jefe de prensa- que del mismo ejercicio periodístico.

Este comportamiento de logística de los medios es más evidente en la radio y la televisión y un poco menos en los medios escritos sin que éstos últimos no realicen prácticas similares. La radio por ejemplo, con el argumento de la reducción de costos, mantiene la mayoría del equipo periodístico dentro de la sala de redacción y depende del teléfono, el Internet, el fax. Sólo mantiene periodistas desplazados para fuentes fijas como el congreso, la presidencia o sus correspondientes en los departamentos y municipios. La mayoría de los medios de radio corresponden a las cadenas radiales que además centralizan la información despreciando el nivel de los periodistas de provincia y sus sueldos son mínimos para un profesional, muchas de las radios continúan ejerciendo la práctica de los "cupos" en donde dan algunos minutos a los periodistas para que sean vendedores de publicidad.

Los noticieros de televisión pertenece de igual manera a los grupos económicos que ostentan la propiedad de los canales y su práctica es similar a la de la radio pero mucho mas aberrante. No hay turnos de trabajo que se respeten. Un periodista de televisión puede trabajar 12, 15 y mas horas sin que se le reconozcan sus horas extras. Se les paga salarios integrales, que dejan por fuera las prestaciones legales, las que deben ser asumidas por los periodistas. Muchos además trabajan por contratos de prestación de servicios con remuneraciones ínfimas y un irrespeto total por la dignidad profesional. Los periodistas de televisión no tienen fines de semana y cuando tienen descansos, en muchas oportunidades son cruzados por responsabilidades adicionales de guarda que no son reconocidos.

Estas prácticas de la televisión, se agrava, cuando a los profesionales de la comunicación se les amenaza con despedirlos si no se someten a los regímenes que los medios imponen ante el argumento que "hay muchos profesionales desempleados con ganas del puesto". A esto se le suma el fenómeno de las prácticas profesionales que no están reguladas y que hacen que las funciones periodísticas sean asumidas, de manera gratuita, por estudiantes de comunicación de último año que es usado e igualmente maltratado, bajo el argumento de que es un orgullo para el estudiante trabajar o hacer sus prácticas en un medio de comunicación. Lo triste es que ese estudiante no tiene muchas oportunidades de quedarse a laborar en el medio porque es mas rentable rotar por otro al que tampoco le pagarán. Cuando un estudiante de práctica es contratado, este pasa a ser de sueldos muy bajos, lesionando la justicia entre trabajo e ingreso.


Pero los medios de comunicación tienen aberraciones que se podrían tipificar de enfermas. La tendencia a utilizar lo espectacular por encima del criterio periodístico de relevancia o importante para la sociedad a la que informan y sobre eso, unos juegos de amplia relatividad ética que los hace aparecer como protagonistas de causas sociales que tienen como transfondo demostrar su poder, influencia y raiting, todo en un juego comercial.

Colombia es el único país en donde las noticias se mercantilizan a tal punto que las para que sean emitidas "buenas noticias" tienen que ser patrocinadas o compradas por entidades financieras como Conavi o Bancolombia, deteriorando la calidad periodística al punto que de dejar el mensaje que "la noticia tiene que ser rentable". Una rentabilidad marcada por el Raiting o por el dinero. En últimas el Raiting, significa dinero.

Pero con todo esto debemos recordar que muchos de los periodistas que son enviados como carne de cañón al cubrimiento de hechos violentos, como soldados sin armas, son dejados a merced de su suerte y ante amenazas no son protegidos por el medio y pasan a ser despedidos. Si bien hay casos excepcionales, la mayoría de los periodistas quedan a su suerte, entre otras cosas, porque nunca tuvieron contratos laborales decentes.

Como miembro de la Junta Directiva del Círculo de Periodistas de Bogotá, he recibido a periodistas que cuentan estos y otros desmanes ejercidos por los medios de comunicación y acuden desesperados para que se busque ayuda y protección. Un periodista en Bogotá corre, tal vez, con mejor suerte que en el resto del país. Aquellos periodistas corresponsales de medios nacionales pero con ubicación en la región sufre y mucho.

Como sus nombres y apellidos no pertenecen a la élite de la prensa colombiana que opera como una mafia y no obstentan poder económico ni de opinión, quedan desamparados y no tienen otro remedio que engrosar las filas de los desplazados comunes y corrientes de este país, cuando un periodista es, entre otras, una voz de la democracia.

El periodista es amenazado por función de su ejercicio y queda atrapado sin la protección del medio para el que trabaja. No existe un fondo creado por los medios de comunicación, para apoyar a periodistas víctimas o destinado para la protección de ellos y sus familias en casos de peligro. Las familias de los periodistas asesinados, son olvidados por los medios de manera despreciable.

Pero los medios y sus gerentes -en su mayoría, no periodistas- están en otros niveles y basta una llamada para negociar el tono de sus informaciones, dando órdenes a quienes dirigen o coordinan la información. En caso de desobediencia, se aplican los reglamentos laborales. Estas órdenes se replican en las diferentes esferas hacia abajo.

Si esto lo hacen los medios con los periodistas, profesionales que estudiaron una carrera profesional y que merecen respeto, lo que pasa con los técnicos, camarógrafos, editores y demás es peor. Se les paga los salarios mínimos y se olvida que arriesgan la vida, al igual que el periodista.

Es increíble que la ritualización que se ha hecho del presentador de noticias que es diosificado por el medio y reclutado a las élites, mientras el grueso del trabajo lo realizan los periodistas rasos que cada día son mas carga-ladrillos.

Ese comportamiento de maltrato de los medios, es ejecutado por otros comunicadores que son convertidos en los "Torquemada" que distribuyen sus órdenes en términos insultivos y groseros. Son ellos los mandaderos o estafetas de las razones enviadas por los directivos y gerentes haciendo cumplir las órdenes casi militares y quienes se creen que pueden hacer sentir que la vida del periodista que labora en el medio, les pertenece.

Existe, sobre todo en la televisión, tratos que han ido haciendo carrera a través del tiempo como: el grito, el irrespeto, la subvaloración y la presión indebida; y ejercida por personas que se les denomina comúnmente como “Yamidsitos”, apelando a las histerias de, quizás el periodista mas importante del país, que gritaba y ultrajaba hasta el punto de que en cada emisión de noticiero, despedía a una persona y llevando esto, inclusive, al mismo ejercicio periodístico como cuando despidió al aire a uno de sus empleados, violando todos las leyes laborales. En Colombia, el periodista que no trabaje en los medios, es prácticamente desconocido como periodista, aunque ejerza su profesión. Los medios han logrado que la única condición de reconocimiento de periodista, sea bajo su venia, salvo en casos muy escasos.

Como si fuera poco, muchos medios de comunicación limitan al periodista en sus derechos y amenazan a estos de ser despedidos de sus puestos, si integran gremios, asociaciones o sindicatos de periodistas.

Esta dura situación del periodista, ha llevado y lleva en bola de nieve, a una crisis del periodismo desde los mismos medios de comunicación.

2. LAS GUERRILLAS, LAS AUTODEFENSAS Y EL ESTADO
El ejercicio del periodismo en Colombia se da en medio de una situación irregular, pero que por la prolongación del conflicto, ya pareciera regular. En nuestro país han nacido y muerto generaciones dentro de esta situación irregular que sigue siendo negada por los gobiernos: Un conflicto armado interno, un estado de guerra.

Los periodistas son personas pertenecientes a la sociedad civil que buscan mantener comunicados a los colombianos, tratando de hacer una fiscalización y veeduría del Estado y lo que en la sociedad ocurre. La prensa es una institución social que garantiza -en su medida- la libertad, la democracia y la justicia. La labor del periodista no es solamente dar noticias, sino denunciar lo que no está bien dentro de una sociedad para que ésta pueda tomar los correctivos para el bien y la convivencia.

Los periodistas no pertenecen a ningún bando. Los periodistas pertenecen a la sociedad. Su único interés, es el interés colectivo. La sociedad. El ejercicio periodístico tomará siempre partido por esa sociedad a la que está obligado a informar y respetar. El Estado, es la suma de esa sociedad civil, representado en las instituciones que soportan el bienestar social. El Estado no es el Gobierno. Por eso comienzo por el Estado.

En Colombia, las entidades del Estado están tristemente politizadas por los gobiernos de turno y los remanentes de otros que son opositores. Esta politización, hace que las instituciones del Estado no respondan claramente a la búsqueda del bienestar común y pierden esfuerzos en ataques entre ellas mismas. Esto es materia prima para las denuncias periodísticas dado que ello es el caldo de cultivo de la corrupción, los rifi-rafes y los escándalos. Entre la política sucia, un estado politizado por administradores públicos turbios y los gobiernos de turno, se ejerce una enorme presión para el control de la información en donde se compran periodistas, medios y se compran cabezas.

No es secreto que el chantaje de los gobiernos, de políticos y hasta del sector privado empresarial, se ha convertido en una práctica común para que el periodista no pueda ejercer su labor. Estos chantajes están dados como forma de presión que busca influir en el periodista en el tono y hasta en la omisión de la información bajo la amenaza de la permanencia en su puesto. En muchas oportunidades, se compra al periodista ofreciéndole que abandone su trabajo y se sume a otro trabajo del lado de quien presiona. Tampoco es secreto que muchos profesionales, por necesidad, caen.

Hay que recordar el caso del presidente Pastrana y como Caracol despidió a Edgar Artunduaga, todo esto luego que el periodista no aceptara las presiones del gobierno, o el caso del periodista Enrique Botero cuando produjo para Reportajes Caracol, el documental "El Verde Mar del Olvido" sobre los secuestrados por las FARC y como el gobierno Pastrana presionó al periodista y al Canal Caracol terminando con la expulsión del periodista del canal.

Esta es la primera trinchera que el periodista tiene que salvar en medio del conflicto y parte de sortear los intereses de los gobiernos, los políticos y quienes ostentan el poder económico del país.

Por otro lado y sin que sea menos importante, están las presiones y amenazas contra la integridad y la vida por parte de los grupos alzados en armas que operan en el País. Tanto los grupos guerrilleros como las FARC, el ELN, las Autodefensas y grupos de delincuencia y narcotráfico, ejercen presión por la fuerza.

El periodista es una piedra en el zapato y su labor social de denuncia, va en contravía de la acción terrorista que ejercen a diario a lo largo y ancho del país. El periodista es: amenazado, retenido, secuestrando y asesinado por estos grupos. La lista es larga de periodistas que han tenido que salir de sus ciudades desplazados por las presiones de estos grupos, así como los periodistas retenidos en donde se les hacen advertencias y los que son asesinados por divulgar la verdad.

Las zonas de Arauca, Antioquia, Santander, Caquetá, Putumayo, Valle, Nariño, Sucre, Huila, Córdoba y Cauca, son los departamentos más golpeados en donde el ejercicio del periodismo es restringido por la acción de estos grupos. La guerrilla de las FARC ha dinamitado un sinnúmero de antenas de radios comunitarias en poblaciones alejadas del centro del país y ha atentado contra medios hablados y escritos y quienes laboran en ellos.

Los periodistas en estas zonas del país, trabajan con dos ingredientes que no permiten el libre ejercicio: el miedo y la censura. Callar es el único remedio y quien no lo haga paga las consecuencias de lo que estos grupos llaman la guerra.

Pero esta situación de terror no la vive solo el periodista. Los mecanismos de presión que los grupos de guerrilla y autodefensa realizan, se extiende a las familias de los comunicadores sin que ninguno pueda defenderse.

Las formas de terror son variadas: ramos de flores y coronas mortuorias, invitaciones a los entierros, ataúdes en miniatura, listas negras de exterminio, retenciones y juicios de guerra, torturas, llamadas telefónicas amenazantes, atentados con granadas, atentados con sicarios en moto, secuestros prolongados, seguimiento a familiares, retención de familiares a quienes envían mensajes, atentados bomba contra los medios.

Los periodistas no tienen defensa. Los periodistas no tienen escoltas ni carros blindados. Este privilegio es solo para muy pocos, la mayoría de ellos de la capital y la mayoría de ellos, periodistas de estatus como directores o periodistas que gozan de algún prestigio. Pero el periodista real, el que vive el país en las zonas de conflicto, este está destinado a vivir su suerte.

El Ministerio del Interior y de Justicia, tiene un plan de protección a periodistas que no es suficiente. Aunque algunos han sido beneficiados, éste programa trata de ayudar a los periodistas amenazados con chalecos antibalas, radios de comunicación, si es del caso con escoltas o vehículos y en el extremo de los casos, con el trámite de salida del periodista de su lugar de residencia o fuera del país en un plan que se llama de reubicación.

Este programa que tiene mucho mérito, tiene graves problemas porque no cubre a todos los periodistas a quienes les es evaluado su nivel de riesgo antes de proceder con la ayuda. En ese tiempo, el periodista ya ha tenido que actuar en pro de la protección de su vida y su familia y opta por autocensurarse, callarse o cambiar de ciudad con sus propios recursos. Muchos han muerto en el proceso.

El periodista está indefenso y el Estado poco o nada hace para garantizar su seguridad. En Arauca, la policía destinó algunos efectivos para que acompañaran a los periodistas en el desarrollo de su actividad para ofrecer seguridad. Si bien esta iniciativa parte de ser una solución, esta misma se convierte en una enfermedad porque limita el ejercicio periodístico y lo restringe. ¿cómo consulta con libertad un periodista a una fuente con policía a bordo? . Esta situación es surrealista.

Las guerrillas y las autodefensas, los grupos delincuenciales organizados y el narcotráfico, aprovecha el estado de indefensión del periodista para buscar manipular los contenidos informativos, en oportunidades obligan al periodista a difundir comunicados o informaciones sesgadas. La información es tomada por estos grupos, como arma de guerra e intimidatoria que busca un efecto desestabilizador en la sociedad. Es esta información utilizada como herramienta publicitaria para generar zozobra y temor en las comunidades y el periodista es obligado.

Si bien, esta realidad no es tan cercana a los periodistas de las grandes cadenas, quienes laboran dentro de verdaderos bunkers, es de preguntarse porqué en un país que se dice "libre" esos medios de comunicación están tan protegidos? Son tan graves las amenazas a los medios y a sus periodistas, que las grandes empresas informativas han generado sistemas de seguridad comparables a las de las embajadas y ministerios para controlar el acceso de personal a sus instalaciones, blindándose con bunkers, en oportunidades, de hormigón. La guerra o el conflicto armado -no reconocido oficialmente por el gobierno- ha obligado a que los medios busquen sedes "seguras" con diseños especiales y con cinturones de seguridad y comunicaciones directas para casos de atentados. Estas empresas han contratado agencias especializadas de seguridad y tienen conexión directa con ejército y policía.

Aunque dentro de las salas de redacción, las oficinas parecieran generar un ambiente agradable, el ambiente laborar se hacer hostil al ingreso y el peligro siempre está presente. Las sedes de radio Caracol en Medellín, RCN radio en Cali, el periódico El Espectador en Bogotá, el Canal RCN en Bogotá, el periódico Vanguardia Liberal en Bucaramanga, El periódico El Mundo en Medellín, son algunos de los que han recibido atentados dinamiteros, con carros bomba y hasta con misiles y cilindros bomba. Muchos han sido los periodistas heridos en su trabajo.

El periodismo en Colombia en una verdadera Profesión Peligro, y así es reconocido por las organizaciones internacionales de periodistas que ponen al país, dentro de la lista de los 5 mas peligrosos para ejercer el oficio en el mundo junto con Irak y otros países declarados en guerra.

Esta situación de zozobra e inseguridad para el periodista, afecta la calidad de la información y acrecienta la crisis que el periodismo colombiano vive hoy en día sin que se vean soluciones cercanas.

3. EL PERIODISTA Y LA FUENTE
Si bien en esta crisis inicia en los medios y pasa por el estado de guerra y violencia que se vive en el país, el periodismo vive situaciones extrañas que afectan la verdad y la calidad de la información en las formas de relación entre periodista y fuente.

Estos son comportamientos de rutinas que han se han ido perpetuando, entre otras cosas, por la falta de calidad de algunos periodistas y por el facilismo que proviene de reflexiones sencillas: "si pagan poco, el esfuerzo es poco". En este caso, muchos medios han entrado en la dinámica que algunos periodistas han impuesto, pues se da la misma reflexión de manera inversa: "si el medio paga poco, exige poco". Y es que tanto periodistas como medios han caído en este círculo en donde por los problemas económicos del medio, el periodista se ve obligado a generar relaciones alternas con las fuentes y otros nacidos del mismo periodista aunque lo tenga todo para ir mas allá.

Una de estas relaciones nace del desconocimiento real de la fuente. Sólo se acude a ella por teléfono y se valida como fuente sólo por el hecho de contestar a la llamada, independiente si quien conteste es calificado o no. Es común tener versiones de conductores, secretarias y personas cercanas que no son la fuente y que llevan a que se produzcan informaciones no rigurosas y especulativas.

La otra es la dependencia del jefe de prensa o del comunicador organizacional que ha destinado una entidad para sus relaciones con la prensa, en donde el periodista, termina haciendo eco de los intereses de las entidades, sin contrapreguntar, sin contrastar y simplemente aceptando el "comunicado o boletín de prensa" como única y total verdad.

En estos casos, el periodista termina siendo el "tonto útil" de quien quiere manipular las versiones o la información y haciendo eco a visiones amañadas. Pero la situación es crítica, cuando algunos periodistas con boletín en mano, van a la fuente, sólo para que de viva voz, se lo repitan porque necesita mostrar que alguien lo diga.

En estos casos: No investigación, no rigurosidad, no trabajo periodístico y solo es un trabajo de amplificador o grabador que toma nota de lo dicho. El público oyente, lector y televidente es consciente de esto y en la última década, ha castigado con el raiting y el consumo de informativos y noticieros a tal punto, que si hace 10 años los noticieros eran lo mas vistos y marcaban los mas altos niveles de audiencia, hoy en día necesitan de arrastre y pierden audiencia durante la emisión y marcan por debajo de seriados y novelas.

Pero este problema también está dado por las mismas políticas de las salas de redacción, en donde la escogencia del periodista para una fuente, no se da en términos de capacidad o especialidad, sino en términos del periodista amigo.
Recuerdo cuando era periodista en el Canal Caracol y en un consejo de redacción, pregunta el director del momento: Quien es amigo del nuevo ministro de defensa?. La periodista que respondió afirmativamente, fue asignada a la fuente. Estas preguntas son frecuentes en las salas de redacción. Queda pues el cubrimiento informativo relegado a la amistad con la consecuencia lógica: ¿con qué autoridad moral e independencia se realizará el cubrimiento de una fuente que amiga?, ¿cómo denunciar o criticar informativamente a alguien que es amigo o en donde media el interés de la amistad? ¿en dónde queda la ética del periodista y del medio?

Algunos periodistas que han llegado al CPB y con quienes he tenido la oportunidad de conversar, han denunciado la preferencia de mesas de asignaciones y salas de redacción, por mujeres para el cubrimiento de algunas fuetes puntuales. El caso de quienes cubren Ejército. El criterio es que tal vez como son mujeres, los hombres militares caen frente a sus encantos y obtienen más fácil la información. Muchos periodistas hombres se han dado a la tarea de demostrar que esto no es verdad, pero deja mucho de desear esta actitud de los directivos que equívocamente han utilizado estas estrategias. No obstante existe varios casos de mujeres periodistas enviadas con este criterio a cubrir fuentes militares, que han terminado en situaciones románticas con miembros de las fuerzas militares.

Estas relaciones extrañas y no convencionales del periodista y la fuente dista mucho de ser rigurosa y afecta la calidad informativa e incrementa la crisis del periodismo en Colombia.

4. LAS FUERZAS DE SEGURIDAD DEL ESTADO
Si bien Colombia se estima de ser un Estado de Derecho, existen presiones atípicas a esta condición emanadas por comportamientos de las fuerzas de seguridad del Estado. Por estos días, son públicas y controversiales las denuncias del director del periódico Vanguardia Liberal, en donde cuenta que sus periodistas, sus comunicaciones, sus instalaciones están siendo vigiladas y seguidas por las fuerzas de seguridad y de inteligencia. Denuncia que los teléfonos están intervenidos y que ha tenido conocimiento de pormenores de seguimientos a sus periodistas.

Y es que esta denuncia no es nueva. Muchos periodistas por temor a represalias no denuncian este tipo de atropellos que también han sido físicos en algunas oportunidades. Las fuerzas de seguridad del Estado: Das, Policía, Ejército, CTI, Fiscalía entre otros, han cometido abusos contra el libre ejercicio periodístico.

Casos aberrantes como el de la Fiscalía que limitaba el ingreso a sus instalaciones y que para poder ser acreditados, exigía al comunicador, entregar a la entidad toda la información personal del periodista y su familia. O del Das con la intervención de teléfonos y seguimiento a periodistas. O la Policía con los maltratos a periodistas cuando éstos cubren disturbios, o las del Ejército cuando trata de contrarrestar que se den informaciones que generan escándalos en sus filas, o la de todos ellos cuando piden a los directores que cambien el periodista encargado de cubrirlos porque no les parece o no les gusta.

Estas prácticas totalitaristas son absurdas pero comunes. Hay periodistas que denuncias como han sido desacreditados o a quienes la fuerzas de seguridad impiden el ingreso o la libre movilización y acceso a los sitios de noticias, solamente para poder manipular los hechos, como el caso de la masacre de Cajamarca. Muchos periodistas han sido amenazados.

Muchas de estas denuncias, se han hecho públicas por la valentía de los periodistas a costa de su propio riesgo. Estas denuncias como en el caso del Vanguardia Liberal, llegan a las altas esferas de las instituciones quienes siempre reaccionan de la misma forma aduciendo que esa no es la manera de actuar de las fuerzas de seguridad y manifiestan su preocupación reiterando que realizarán la investigación correspondiente.

Pero el caso no es que los mandos se preocupen e investiguen, el caso es que estos desmanes ocurren y eso es una falta grave dentro de una democracia, un Estado de Derecho y un Estado libre.

Esto afecta evidentemente la calidad informativa, el ejercicio periodístico y la libertades democráticas.

5. EL GOBIERNO Y LAS INSTITUCIONES DEL ESTADO
Si bien es claro que Colombia vive en medio de la democracia, no se entiende porque los gobiernos recientes y algunas instituciones del Estado, han impuesto restricciones a los medios de comunicación y al ejercicio periodístico. Con el argumento de los estados de excepción, la prensa ha sido históricamente restringida, pero hoy en día, no hacen falta estos estados y las restricciones ahora son abiertas y descaradas.

Ningún noticiero puede transmitir entrevistas a guerrilleros. No se puede transmitir en directo alguno episodios. Hay que darle espacio a todos los candidatos por encima del criterio periodístico y de noticia. Se restringe el ingreso de los periodistas a entidades PUBLICAS. Se negocian los puestos de los periodistas en los medios y se negocian sus salidas. Se condicionan los contenidos de los programas de televisión y radio. Se ponen tutelas y demandas para limitar el libre ejercicio periodístico. Se presentan proyectos en el congreso para coartar la libertad de expresión. Se presiona a los medios y periodistas que critican a los gobiernos. Se permite el control de los gobernadores y alcaldes sobre los canales de televisión regionales. Se sataniza a los periodistas opositores al poder.

Estas prácticas son solo vistas en países con dictaduras y no es entendible que pase en un país que supuestamente es democrático y que ha ido perpetuando sistemáticamente estas restricciones con casos que fueron aberrantes en el gobierno Pastrana y que quedaron impuestas como todas aquellas medidas "temporales" que se han inventado.

El acceso de un periodista independiente al cubrimiento de informaciones gubernamentales o estatales, es imposible si éste no tiene un carné que lo acredite como trabajador de un medio. El periodismo independiente no tiene cabida en el Estado colombiano. Tiene, ese periodista independiente, convertirse en empresario o alienarse con las empresas periodísticas existentes que lo acrediten.

Cuando el periodista pertenece a un medio, este tiene que ser acreditado por el mismo medio a través de formalismos que son igualmente restricciones al libre acceso de lo público. Esto significa que las entidades de Gobierno y Estatales controlan desde el ingreso hasta los movimientos del periodista dentro de sus instalaciones y restringiendo el acceso a las fuentes directas.

Ha tomado carrera dentro del sector público, la palabra "privado", documentos públicos de carácter privado que no pueden ser vistos por los periodistas. Se ha llegado al colmo que una entidad estatal habla de "filtración" cuando un documento público llega a manos de la prensa.

Esta dinámica ilógica tiene su principal asiento en el mismo palacio de Nariño, en donde los periodistas acreditados, no pueden ingresar teléfonos móviles y sólo pueden comunicarse al exterior a través de los teléfonos de la presidencia que, por seguridad nacional, están intervenidos.

Igualmente, la Presidencia de la República, ha destinado que las imágenes de reuniones y algunos actos presidenciales, solo puedan ser grabados por la cámara oficial de la presidencia y sus imágenes distribuidas como versión única y oficial a los periodistas. Esto ocurre igual con los audios para la radio y los boletines para la prensa.

Esta práctica antidemocrática se ha multiplicado como regla en todas las entidades del Estado y de Gobierno. Los colombianos se han acostumbrado a ver las imágenes de la destrucción de laboratorios de coca o recates de secuestrados, a través de las imágenes grabadas por las cámaras del Gaula, la Dijín, el CTI, Antinarcóticos, Ejército entre otros, sin que el periodista pueda estar presente y verificar que el procedimiento no afectó poblaciones, derechos humanos o si se cometieron excesos. Los medios entonces solo publican los resultados exitosos y no media ningún testigo mas que su actuación en versión manipulada.

Pero lo grave es que esto es política tácita de Estado y el que diga algo en contra, es satanizado y calificado de antigobiernista, antidemocrático y revolucionario. La verdad es hoy en día una y esta es la entregada en versión oficial del Gobierno y del Estado y no existe ninguna otra.

Esto ha hecho, que sea en muy pocas oportunidades, que el periodismo colombiano pueda desvelar la verdad, como en el caso de los desmanes y torturas recientes en el ejército, y que algún periodista se atreva a cuestionar las versiones oficiales totalmente manipuladas.

Esto, entre otras cosas, explica porque no se da un verdadero y eficaz periodismo investigativo en Colombia. Las pocas unidades que existen hacen esfuerzos incalculables por lograrlo. Trabajan con tesón y son mas los enemigos y trabas que adquieren en el proceso, que lo que pueden hacer. Así y todo, logran algo y por lo general, sus resultados escandalizan al país.

Esta regla de restricción abierta a la prensa, se da además cuando el Estado delega a las fuerzas de seguridad para que no permitan la movilización libre y a cambio ofrecen llevar periodistas en sus helicópteros hasta sitios, bajo la extrema vigilancia y con el control de un tour turístico, en donde solo le muestran al periodista lo que a ellos les conviene. Periodista que se salga de esta regla o que diga lo que no les conviene, no vuelve a ser invitado.

De este modo vemos como la crisis del periodismo tiene diversas causas que se suman y que hacen que a 60 años del Círculo de Periodistas de Bogotá, tengamos que preguntarnos realmente si ¿la libertad de prensa en Colombia existe?, ¿porqué la dignidad del periodista es pisoteada? y si ?los derechos de los periodistas serán alguna vez respetados?.

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