DIEZ MINUTOS

De la actividad de seguridad e inseguridad de Madrid y España
Por: José Ignacio Penagos H.

Diez minutos es el tiempo que tal vez tarde leyendo este artículo, pero ya se veía venir y aunque no lo viéramos desde el comienzo de nuestra llegada a tierras españolas, el efecto mediático algo presagiaba: España aunque es un paraíso, no se escapa de la inseguridad y la violencia.

Si bien los colombianos estamos dentro de un estigma violento gracias a que nuestros medios de comunicación y nuestra prensa es lo único que muestra de nuestro territorio, los eventos surrealistas de la violencia y la inseguridad del primer mundo es, quizá igual o mas complejo y peligroso que nuestra propia realidad.

El asunto, claramente, está en las percepciones y el juego de la sensación colectiva de creer, ver, magnificar o subvalorar los hechos violentos y de inseguridad y la interpretación que de estos mismos se hace en todos los escenarios. Los balances son, por estos lados del atlántico, si se quiere, escandalosos.

Un fin de semana cualquiera, los excesos de velocidad, sumados a la embriaguez y conducción temeraria, genera en homicidios culposos entre 50 y 100 muertos tanto en las carreteras como en las ciudades. La conducción irresponsable pasa a que en la sola semana santa pasada, cerca de 200 personas perdieron la vida en las carreteras españolas. Y no es para menos. Las autopistas y autovías, que dicho sea de paso, son verdaderas autopistas rectas, sin huecos y de mas de 2 carriles para cada sentido, permiten como velocidad máxima 120 kilómetros por hora y los conductores, pese a los controles por radar, exceden hasta 180 y 200 km por hora, haciendo recorridos de 400 kilómetros en sólo 2 o 3 horas.

Pero el robo y el atraco están al día y con técnicas tan sorprendentes que hasta las mismas autoridades no lo pueden creer. Desde el raponazo en Barcelona, la sutil empujada y abierta de bolsos en la Puerta de Sol de Madrid y el atraco a bancos y cajeros con el uso de tecnologías de última generación, son parte del plato típico de las calles. Para muchos españoles, su forma de pensar, no le da mas que para culpar a los altos índices de inmigración, pero otra cosa dicen los balances policiales a través de los informativos, que dan cuenta que son mayoría españoles los que comenten este tipo de robos.

Si bien el atraco a las casas y apartamentos son cosa de los inmigrantes de la Europa del Este, rumanos y polacos, son bandas coordinadas por españoles como en el caso escandaloso de un integrante de un importante bufete de abogados, que ordenaba a la banda de rumanos, robar a clientes que conocía a la perfección.

Pero si en algo son campeones los españoles, es en violencia intrafamiliar y de género. Entre entero y agosto de este año, 162 mujeres habían muerto a manos de sus maridos, novios, padres, hermanos o hijos y aunque las cifras también involucran mujeres que asesinan a sus cónyuges e hijos, mas del 90% de los casos, son de hombres contra mujeres. Esto es un rosario interminable de muertes que tiene su propia sección en los noticieros y periódicos y no hay día que no de cuenta de al menos un caso en cualquier pueblo, ciudad o poblado español.

Al finalizar el invierto pasado y comienzos de la primavera, la reflexión española estaba en el creciente número de casos de jóvenes y niños que utilizaban sus teléfonos móviles o celulares dotados de cámara, para hacer videos “gore” o ___¿?______ con escenas en donde quemaban indigentes, golpeaban negros, inmigrantes o golpeaban con palos y en masa a compañeros a las salidas de los colegios. Estas peleas grabadas eran transmitidas y colectivizadas por los correos electrónicos y páginas de Internet hasta llegar a ser postulados en premios a la mejor golpiza. Los medios y universidades, vieron este fenómeno de comunicación a través de la tecnología de masas como preocupante y las autoridades atónitas se vieron incapaces de hacer control a la situación hasta que fueron capturados algunos de los implicados. Todos eran españoles menores de edad.

Si bien los inmigrantes que llegan a España provenientes de Africa, Europa del Este, Latinoamérica y Asia, tienen velas en algunos entierros como es el caso de las bandas Latin Kings ecuatorianos, las bandas de atracadores y proxenetas rumanos, los traficantes de armas rusos, los traficantes de droga colombianos, peruanos y bolivianos forman parte de este tinglado, en ellas siempre hay españoles que motivan, coordinan, utilizan o ayudan a expandir estas formas de delincuencia. Uno de los casos mas fuertes, son los pirómanos que en los veranos queman miles de hectáreas en todo el territorio, a tal punto que la tierra amenaza con convertirse en desierto.

Pero hay que destacar la acción de las fuerzas de seguridad del Estado español que buscan dar solución a los llamados de emergencia de alguna manera. Y es que en cualquier momento suena la alarma y en diez minutos de “todo” puede pasar:

Son las 3 de la tarde en el centro de Madrid. Es el centro histórico y turístico de por excelencia de la ciudad. Sobre la Calle del Príncipe se congregan los hostales, restaurantes, teatros clásicos y la famosa Plaza de Santa Ana. Todos los días es normal escuchar las sirenas de policía, ambulancias, bomberos pasar por ella y por los alrededores. Pero este jueves de agosto fue diferente, las sierenas no pasaron y en cambio los carros de bomberos se detuvieron en toda la mítica Plaza de Santa Ana.

Como si se tratara de una reacción en cadena, en diez minutos, se sucedieron una serie de eventos que minaron el sector y mostraron la inseguridad plena de Madrid, aquella que no se veía ni se sentía pero de la que no se salvan ni las “mejores familias”.

Los bomberos acuden a sofocar las llamas que salen de un pequeño restaurante, en donde un camarero enfurecido con su patrón, lanza su delantal sobre la barra para irse después de un altercado, no sin antes dejar abierta la llave del cilindro de gas y propiciar un fuego que no pasó a mayores; pero ante este comienzo mas cosas deberían pasar. Sería el carro escolta que abre paso a los bomberos, quien en busca de parquear en la estrecha calle, da marcha atrás sin precaución alguna y atropella a un señor de 70 años que cruzaba con su bastón. Ese sería el último rayo de luz visto por el anciano que perdió la vida mientras llegaba la ambulancia. La policía que acudía al lugar por lo del incendio, se ve ahora ante este caso pero no alcanaza a llegar, porque en la esquina, hay un hombre que amenaza con lanzarse desnudo desde un 4to piso. La conmoción se apodera de los transeúntes cuando este comienza a arrojar ollas y utensilios de cocina y amenaza con hacer explotar una bomba.

Si bien la solución es complicada por la propia policía, no hay nada peor que un policía nervioso que no se sabe controlar a él mismo, ni a la situación, ni a los transeúntes. Este estalla en cólera porque el “circo” que atina calificar, no debiera ser interés de un fotógrafo y un periodista que llegan al lugar. La disputa termina ahora en otro tema de violencia contra la prensa y entre golpe y golpe en la zona de acordonamiento, los compañeros se abren paso hacia el piso del psicótico para controlar la situación.

Los transeúntes asustados y concentrados, gritan porque en el tumulto, alguien ha robado a una señora y su marido las billeteras y contenidos del bolso. Nada se puede hacer, con tato policía y en sus propias narices, no se sabe a que atender. Pasan los minutos y la policía local solicita a los bomberos acercar uno de los camiones con escalera para poder llegar al piso del aparente suicida. El camión marcha hacia atrás y es necesario mover al que atropelló al anciano.

De repente, mientras la policía controla la situación al fin, se escucha un altercado entre policía y bomberos. Ahora el problema es que el carro que atropelló al anciano fue movido del sitio y esto desvía el peritaje y la investigación de lo que ahora se sabe es un homicidio por atropello. El Incendio ha sido controlado, el atropellado ha muerto, el suicida retenido, los ladrones huyeron y la policía de investigación da accidentes, entre en cólera porque no tienen como esclarecer el accidente que en 10 minutos cobró un muerto.

Las bandas de acordonamiento son retiradas y no queda mas que el carro que lava las calles que espera su turno para limpiar el desorden que se vivió en Madrid en sólo 10 minutos de inseguridad.

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