Por: José Ignacio Penagos H.

Nadie recordaba el pequeño detalle. Ni siquiera el presidente colombiano Álvaro Uribe cuando aceptó la solicitud de su homólogo francés para que aceptara al llamado canciller de las Farc, Rodrigo Granda, como vocero y mediador para un posible acuerdo humanitario y le concediera la libertad.

Hasta ayer mismo cuando Uribe por televisión nacional le explicaba al pueblo colombiano las razones de peso por las que dejaba en libertar a los cerca de 200 guerrilleros de las Farc entre ellos a Granda, no tenía idea que este gesto de buena voluntad, podría verse amenazado por la deuda con la justicia que tiene el dirigente guerrillero con la justicia del Paraguay.

Las Farc dejaron hace años de ser un grupo subversivo colombiano para convertirse en un grupo terrorista internacional al punto que ya se escuchan voces que reclaman que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, pasen a llamarse solo FAR y sean desconocidas como de Colombia. La razón es lógica y la demuestra el actuar de este grupo que hace que gobiernos como el paraguayo busquen informarse de la liberación de Granda para poderlo pedir en extradición.

Y es que el presidente de Paraguay, Nicanor Duarte, afirmó que llamó al presidente Uribe para informarse de la libertad de Granda ya que su país lo solicitará la extradición ya que es procesado por el el secuestro y asesinato de Cecilia Cubas, hija del ex mandatario Raúl Cubas.

Así las cosas, la posible mediación en una posible liberación de secuestrados por parte de las Farc, tendrán como punto de tensión, una nueva negociación que la diplomacia colombiana tendrá que realizar con el gobierno paraguayo a fin de que cesen sus solicitudes de reclamo y se sumen al grupo de países amigos de la paz en Colombia como lo son Francia, Suiza, España y Dinamarca.

Al presidente Duarte, por el momento sólo le interesa, como es su deber, hacer que se cumpla la ley y se haga justicia con quienes delinquen en su país y las Farc, con Granda a la cabeza, son delincuentes para Paraguay.