DESPLAZADOS UNA REALIDAD IGNORADA 2.

Los desplazados en Colombia parecen estar no solo entre el fuego cruzado generado por los grupos armados causantes de la violencia y la desetabilidad social, sino también en el suelo cruzado de territorios que no les pertenecen. Su dramática situación, los hace vulnerables y como tal, son objetos de guerra de los violentos que los utilizan como escudos humanos, son títeres de los políticos inescrupulosos que juegan con ellos en momentos electorales o para favores momentáneos que nunca pagarán. Son muñecos de trapo de mafiosos que los utilizan como testaferros y por dos pesos les compran una firma y una huella en un banco para lavar el dinero.

Son historias macabras del utilitarismo mas vil jamás imaginado por ellos en su ingenuidad y bondad. En mi viaje a Medellín encontré algunos casos que son impactantes y muestran sólo una idea de lo grave de la situación.

Vanesa es una dulce mujer cuyos ojos muestran el sufrimiento absurdo al que ha sido sometida por las fuerzas violentas que interactúan en el Urabá antioqueño. Su piel negra ya es dura no por su exposición al sol, sino por los golpes que a sus 19 años ha recibido.

Sentada en el escalón de una calle cualquiera cercana al parque de Bello, está Vanesa buscando la sombra de un balcón, mientras con una mano da a su bebé de apenas 3 meses de nacido, las últimas gotas del tetero. Con la otra mano, vanesa pide a quenes pasan por el lugar alguna moneda.

Luego de verla, me acerco y comienzo a hablarle en medio del desconsuelo que ella manifiesta por lo mal que le ha ido pidiendo. "...mire señor, a mi no me gusta pedir, pero nadie me da trabajo". Esta frase me hace adentrarme en la curiosidad y me llena de argumento para descubrir su verdad.

"Yo me llamo Vanesa, Tengo 19 años. Soy de Urabá, de Turbo. Hace unos años con mi mamá nos fuimos a vivir a la Chinita en Apartadó. Créame que allá vivíamos bien. !Hoy míereme!. Hace como 4 meses mataron a mi hemanito el mayor y a los 3 días llegaron por el otro y también lo mataron. Nosotros no sabemos quienes fueron, pero un día como a eso de las 10 de la noche, llegaron unos señores preguntando que quienes eran los familiares de los pelaos que habían matado, y nos dijeron que nos teníamos que ir, que no nos querían ver en la mañana y que sino tambien nos mataban a nosotras. Esa noche estaba lloviendo y con lo poco que pudimos coger de la casa, ropa y cobijas, nos tocó salir de alla. El papá del niño se tuvo que ir cuando mataron a mis hermanos para que no lo mataran a él. El no sabe donde estamos y yo no se nada de él. Cuando llegamos aquí a Medellín no teníamos a donde llegar. Dormimos debajo de un puente. Nos robaron los bolsos y una ropa mientras dormíamos. Ahí se llevaron una plata, una ropa, los papeles con las billeteras y unas fotos. No sabíamos que hacer. Somos mi mamá, mis dos sobrinitos y yo con mi bebé. Tiene 3 mesesitos de nacido y a veces no se que darle porque no tengo que. Mi mamá por ahí se buscó a una señora que ella recordaba y con ella logramos que nos alquilara una piecita por allá en Santo Domingo. Le pagamos 50 mil pesos de arriendo pero a veces no los logramos conseguir. No tenemos con quien dejar los niños. Imagínese que yo me vine a pedir a Bello, porque en Medellín me iban a quitar al niño, dizque la policía con unos señores del Bienestar que porque estaba mendigando y me tocó venirme pa`aca. La verdad no se que hacer".

En sólo unos segundos, Vanesa nos contó a mi camarógrafo y a mi su historia. Una historia que de inmediato nos transportó por los lugares que alguna vez también conocimos en plan de reporteros: Urabá, Turbo, el barrio la Chinita de Apartadó con su historia de masacres, la pobreza de Medellín bajo los puentes, las comunas y los barrios periféricos de invasión, Santo Domingo y el rostro descompuesto por el hambre de Vanesa y su niño a las 10 de la mañana en una calle soleada del municipio de Bello en el Norte de área metropolitana de Medellín.

Muchas personas pasaron mientras hablabamos con ella, muchos pasaron antes y muchos pasarían después mientras Vanesa se quedaba allí sentada y solitaria hasta decidiríamos conocer mas a fondo su historia, hoy documentada en un especial de televisión.

En la tercera parte, les contaré como fue el día y su invitación a conocer su barrio de habitación momentánea, pues no es seguro que en un mes esté en el mismo lugar, si no consigue los 50 mil pesitos de arriendo para pagar su pieza para su hijo y para ella.

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