DESPLAZADOS UNA REALIDAD IGNORADA 4.

Tras la difícil situación de los desplazados, una esperanza aflora en medio del calvario que tienen que pasar. Esta esperanza es un Estado que, en medio de las limitaciones presupuestales, busca por todos los medios operar coordinadamente para prestar ayuda a quienes son víctimas de la violencia y del conflicto armado.

Para muchos el esfuerzo estatal no es suficiente, para otros aun el Estado es ausente y quienes lo vivien desde adentro tienen sus propias explicaciones entre otras las presupuestales; pero independiente del punto de vista, encontramos tres realidades vividas por el desplazado al acercarse al Estado.

LA PRIMERA: La del desplazado que acude a las autoridades y da a conocer su situación. Beatriz White, secretaria de solidaridad de Medellín, cartera que hace las veces de las secretarías de Bienestar Social en el resto del país, es clara en afirmar que este proceso se evidencia, "sino en el municipio donde se origina el desplazamiento, en las terminales de transporte de las ciudades hasta donde llega el desplazado y se lo cuenta a un policía o alguna autoridad". Estos se encuentran con el Estado que, si bien tiene requisitos para muchos difíciles de cumplir, demuestra un proceso ordenado y organizado donde intervienen varias instituciones.

Este desplazado, que es el que aparece en los registros oficiales, comienza su proceso en la Procuraduría, la Personería o algún juzgado en donde da a conocer de manera libre y espontánea su situación a través de una denuncia en donde explica las razones de su desplazamiento. Este documento de denuncia, no se lo entregan al desplazado sino que es el mismo desplazado quien debe solicitar que este se envíe a la regional de la Red de Solidaridad de su jurisdicción para que se le de el reconocimiento de su calidad de desplazado. Una vez con este registro, el desplazado es atendido en sus necesidades básicas y tiene derecho a auxilio alimenticio por 3 meses, subsido para arriendo o albergue según la necesidad asegurando una vivienda provisional también por 3 meses y ayuda en temas de salud, educación para sus niños y análisis de su estado tendientes a la estabilización de la situación para buscar su retorno a su lugar de origen o mientras el desplazado encuentra trabajo o ubicación en la ciudad que lo recibe.

En este proceso hay cosas que destacar, según lo explica el coordinador departamental de Antioquia de la Red de Solidaridad, Rodolfo Alberto Zapata "como el apoyo de la registraduría que ayuda con la cedulación del desplazado de manera gratuita; el Bienestar Familiar, que tiene dispuestos albergues y guarderías para los niños mientras sus padere puedeb buscar donde ir, las alcaldías y las secretarías que coadyudan a que el menor en etapa escolar pueda ubicarse en el sistema educativo y atención en salud y sicológica para mitigar el impacto; también interviene profamilia que ayuda a las mujeres a controlar la natalidad y entidades como la Cruz Roja y otras ong´s que coordinadas desde la Red de Solidaridad ayudan en el proceso.

Fuimos testigos en el Municipio de Bellou en la UAO (Unidad de Atención y Orientación al desplazado), de este Estado que sí opera coordinadamente y da solución a los problemas de quienes llegan a sus puertas.

LA SEGUNDA: La secretaria de solidaridad de Medellín, Beatriz White, resalta esta segunda posibilidad o situación como la que puede llegar a ser mas complicada de todas. Se trata de aquellos desplazados que no saben a donde acudir y que llegan a las ciudades sin conocimiento de lo que el Estado puede hacer por ellos. Estas personas sufren el viacrucis completo de su nueva, dura y triste realidad. Son aquellos que se confunden a diario con indigentes y deambulan por las calles como éntes o muertos vivientes apelando a la solidaridad de quienes los ignoran.

Estas personas son vícitmas de quienes les venden casas en el aire en urbanizaciones de cartón, tabla y plástico cobrando desde 500 mil pesos por un lote ilegal, siendo atracados en su buena fé y robados los pocos pesos que lograron sacar antes de salir.

Muchos que viven esta segunda realidad, llegan a ciudades donde tienen algún conocido pero que igual los guardará por unos días o meses pero con la incomodidad. Estos son los desplazados que no conocerá el Estado y que jamás entrarán oficialmente a las cifras oficiales. Que nunca serán reconocidos como desplazados y tal vez serán vistos como migrantes. Estos desplazados son aquellos que generan la fastidiosa guerra de cifras con las que Estado, ong´s, Iglesia y otros organismos se enfrentan.

LA TERCERA: Esta es una situación que tiene dos vertientes una de ellas es de drama y tristeza y otra de descaro.
La primara la evidenciamos en nuestra visita en un semáforo del sector de Guayabal en Medellín, muy cerca de la Fábrica de Licores de Antioquia. Allí encontramos a Ana. Mujer de 43 años con 9 hijos. Vive en uno de los más grandes barrios de invasión denominados La Antena en el sector centro oriental de la ciudad. Ella, desplazada del Chocó, llegó a la zona de Urabá a finales de 1999. Al conocer la opción y posibilidad de ayuda se acercó a la Red de Solidaridad y el Estado la registró y le ayudó en su momento. Fue entonces incluida en el año 2000. La violencia y el conflicto armado la persiguió a ella y su familia hasta el Urabá desde donde también tuvo que huirle a la muerte con sus hijos. En este proceso, la muerte causada por la violencia alcanzó a su marido a quien no pudo enterrar dejando abandonado su cuerpo en algún paraje mientras protegía a sus hijos. LLegó a Medellín en el año 2002 y tras esta situación fue nuevamente a la Red de Solidaridad, pero allí figura como que ya fue ayudad y como si su situación se hubiera estabilizado en ell Urabá. Es así como hoy no tiene acceso a la ayuda estatal y vive en los semáforos de Medellín sobreviviendo y con su condición de deoble desplazada no reconocida e ignorada por la sociedad y el país.

No obstante, Ana vive con sus 9 hijos, resignada, su nueva realidad y -aunque lamentando su situación- lamenta mas lo que ve a diario de personas inescrupulosas que no son desplazadas y se hacen pasar como tal, para buscar beneficios del Estado, quitándole a ella, a sus hijos y a otros desplazados la oportunidad de volver a tener ayuda; o de quienes desplazados se conformaron con serlo y vagan por las ciudades y por todo el país adoptando el desplazamiento como una forma de vida, como una disculpa para no trabajar como una especie de comodidad de pobreza que es convertida en negocio que aprovecha la bondad de algunos ciudadanos que son sensibles y que creen ayudar.

En medio de este panorama, personas como Vanesa y como Ana vivirán por las calles de Medellín y ejemlifican lo que viven oficialmente un millón y medio de desplazados según la Red y mas de 3 millones según las ong´s, en todo el país. Desplazados ignorados e invisibles cuando la violencia los borra de la vida en sus parcelas y los convierte en una cifra, en una número, en muertos vivientes porque aunque con vida, sus vidas son estériles en la nada que les ofrecen las ciudades grises, inóspitas y aún mas violentas.

Vivir para ellos es solo conservar la sangre en el cuerpo, porque vida no tienen y la que tienen, muchos quisieran no tenerla.

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