DESPLAZADOS UNA REALIDAD IGNORADA 3.

Luego de conversar con Vanesa un buen rato, caminamos con ella por las calles de Bello mientras nos adentraba en los detalles del temor que la agobia por el futuro que dará a su pequeño. En medio de las frases y de los pasos por el buleverd principal que conduce a la choza de Marco Fiedel Suárez, aprovechaba para pedirle a los transeuntes misericordia en monedas sin reparo del valor. "Todo me sirve y mas en mi situación"

Aprovechamos para invitala a sentarse en una cafetería como un ser humano decente al que ella creía que no tenía derecho y similar de las que ya la habían expulsado como si fuera indigente. Fue entonces cuando su rostro de felicidad se hizo presente y por primera vez en cerca de dos horas de estar con ella, manifestó una sonrisa de complacencia.

Leche caliente con poca azucar para el tetero de su bebé, una gaseosa y un pan fueron sus modesatas solicitudes mientras agradecía y al tempio manifestaba su pena, en nuestro concepto, honesta.

En medio de la conversación, nos invitó a su humilde casa con la deseperanza de creer que no aceptaríamos conocer su morada en el barrio Carambolas en lo más alto de la montaña en la parte nororiental de Medellín. "Pero podemos coger el Metrocable hasta Santo Domingo que es muy bonito...cierto que ustedes no conocen por allá?" atinó a decir tratando de convencernos y motivarnos.

Como periodistas que buscabamos acercarnos a esta realidad, acptamos de inmediato su gentil invitación y nos pusimos en marcha hasta el lugar. En el viaje a la estación de Bello del metro en uno de los buses alimentadores, su principal preocupación era nuestra seguridad y nuestras cámaras de las cuales manifestaba el riesgo de que nos fueran quitadas en cercanías a su residencia, pues habríamos de pasar por una cancha de fútbol, compartida por igual por deportistas, ancianos, niños, delincuentes, sicarios y drogadictos.

Hay que rescatar de Medellín, como en medio de la pobreza y la tristeza, la calidad de vida de quienes habitan en estas zonas de ladera, se ha dignificado con el impacto de tan magna obra como lo es el Metro Cable; un teleférico de más de 3 kilómetros de extensión, montaña arriba, que transporta a quienes habitan en los mas de 500 barrios que componen el sector que limíta con Medellín y Bello sin divisiones visibles entre municipio y municipio. Cuatro estaciones son anfitionas de los cubículos voladores que permiten, desde lo alto, ver una nueva cara del pesebre que compone el paisaje de lo que antes fuera despectivamente llamado y estigmatizado como la "Comuna Nororiental de Medellín".

Llegamos a la Estación Santo Domingo luego de un viaje de no mas de 10 minutos en ascenso. Para nuestra sorpresa, la inseguridad planteada por Vanesa no dejaba de ser un elemento en la preocupación de ella sola, pues nuestra visión nos mostraba la presencia de vigilancia permanente, policía y solidaridad de la gente que, al ver las cámaras, nos seguían con curiosidad.

Luego de almorzar en uno de los pequeños y modestos restaurantes de la zona, continuamos nuesto ascenso por las estrechas callejuelas y escaleras que nos conducirían a la casa de Vanesa. Cada una de estas escaleras interminables y calles estrechas tiene una historia violenta del pasado que contar, pero que, por forntuna no se repiten con la crueldad que quienes habitan recuerdan. "... no, pero si ahora estamos felices...por aquí antes no podía uno siquiera venir... esto era peligroso hasta para nosotros que vivimos aquí" nos comenta un un descanso una de las habitantes mas tradicionales del barrio que dice haber sido de las fundadoras hace mas de 20 años.

Para llegar a carambolas hay dos rutas, la enculebrada callejuela vieja o la nueva por el tanque del agua cerca a donde, como apoyo a la seguridad, la Cuarta Brigada del Ejercito ha instaurado un puesto permanente con garitas que permiten visualizar los irregulares techos de las viviendas y las escaleras.

Al llegar a Carambolas, atravesamos la cancha de fútbol y en una esquinilla de cruce de polvorientos senderos por donde solo circulan sus habitantes y que al llover es un pantano piscinoso, está su casa. Un rancho de material que, en medio de la pobreza tiene comodidades básicas: Una salita, un balcón en el que cabe una sola persona, una concineta, un baño y tres habitaciones y en cada habitación vive una familia diferente.

Esta casa no tiene mas de 20 metros cuadrados, las habitaciones tienen cortinas en vez de puertas y están amarradas con cabulla a unas puntillas a lado y lado de la pared. La electricidad entra por contrabando de la línea principal del transformador y pese a que tiene contador, solo la mitad de la casa tiene el circuito regulado. Los cables de de las conexiones elécticas internas son de bajo calibre y sus empates son aíslados con bolsas del Exito en vez de cinta aislante.

En el cuarto de Vanesa hay una cama doble de tubos en donde duermen ella, su mamá, su hijo y sus sobrinitos en un asinamiento que les proporciona el calor que no les brinda las cobijas. Por este cuarto pagan 50 mil pesos mensuales de arriendo sin derecho a la comida, pues deben mercar para poder tener al menos una comida diaria en la noche, pues las del día se las rebuscan en la calle desde muy temprano cuando salen.

La incertidumbre es total cada fin de mes, cuando Vanesa y su mamá extienden sobre la cama las monedas y algunos billetes que reúnen durante el mes y que guardan en un tarro bajo la cama, tratando de sumar los 50 mil de arriendo y algo que queda para comprar ropa en algún almacen de cambalaches cercano al barrio.

No obstante Vanesa cuenta con suerte y no corre las penurias dentro de su vivienda como lo que ocurre muy cerca de allí en los barrios Pinar y Regalito de Dios, los más recientes barrios de invasión, habitados por desplazados de todos los rincones de Antioquia y otras partes del país y que están en construcción. Estos nuevos barrios tienen todas sus casas fabricadas en madera, cartón, plástico y hojalata, pero eso sí, con su contador de electricidad y redes elécticas oficiales en unos postes provisionales instalados por Empresas Públicas de Medellín, acueducto en mangueras de buena fuente instaladas también por EPM y teléfonos públicos gratuítos casa 100 metros, en un esfuerzo por ayudar a que la calidad de vida de los desplazados tenga algo de buena.

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