Comunicación información en la era de la desinformación

Comunicación información en la era de la desinformación

No es nuevo el concepto que esboza la realidad que vive el mundo de hoy con respecto a la extraña relación que de manera inversa a la lógica, muestra como mientras mas hechos ocurren y más hay por informar, menos informado queda el ser humano. Y no es un elemento matemático de lo la lógica del vaso lleno o que mientras mas agua menos espacio en el vaso.

Se trata de una compleja realidad que comienza a generar temores frente al futuro de la comunicación. No se trata de cantidad, se trata del desplazamiento de la información y la confusión mental del periodista, los medios y el mismo espectador, cuando de diferenciar datos de información se trata.

La comunicación como disciplina de estudio de procesos y fenómenos propios, ha trabajado durante lagos años la discusión entre qué es información y qué es comunicación. Dentro de este frasco, quedan varios elementos sueltos abordados por lógica y con estudio como la manipulación, la desinformación.

No obstante, siempre se dejó en cierto abandono el tema de los datos y la información a tal punto que, en un sentido estructuralista, los datos solo fueron tomados como parte de la información.

La evolución de los medios y de la dinámica propia de las noticias con elementos de condicionamiento interno y externo a las salas de redacción y los mismo medios, han hecho que de repente se procesen los datos no como esa herramienta que conforma una parte de la información, sino que se han confundido y se entregan a la opinión como la información misma.

Una cosa es el análisis y la teoría generada tras es el estudio de los fenómenos comunicativos, y otra es la práctica que acuña como válidos los fenómenos aún a sabiendas de las diferencias preestablecidas.

En otras palabras, los periodistas de hoy en día, los directores de los medios, han llegado a ignorar la misma epistemología de los conceptos y han pasado por encima de ellos acuñando prácticas dañinas al proceso de comunicación.

Es común ver en informes televisivos, radiales y en notas de prensa, como se da como noticia y titular a modo de información, escuetos datos.

En Colombia este fenómeno comenzó abriendo noticieros cuando los directores de los mismos, pensaron que el impacto de las cifras era el todo y cuando los periodistas, sin entender los datos, se conformaron con solo transcribirlos y darlos a conocer y no traducirlos. Uno de esos ejemplos se da en un caso frecuente: “Creció el costo de vida en un 5.4% con respecto al año pasado o al mismo período del año anterior”, titulan a modo casi de noticia extraordinaria.

Datos tan insulsos como estos acaparaban la atención. Digo insulsos, porque estos jamás son traducidos, no se contextualizan, no se profundiza y ni siquiera se da a conocer el significado que esto tiene. “el 5.4%” o cualquier cifra o dato en estos términos, es una aberración comunicacional, cuando la gente del común no tiene elementos de juicio para entenderlo y cuando el periodista supone que el ciudadano convencional, televidente, espectador, lector y oyente, es economista para entrar en el entendimiento simultáneo de este dato.

Pensaría uno que tras el titular que abre noticiero, la primera nota explicaría el sentido del dato y dejaría claro informando verdaderamente, pero no. Desgracia es, entonces, cuando tas la repetición del titular, solo se atina en decir cual fue la fuente y esta da una valoración en su testimonio que, igual, no dice nada o se reduce a afirmar cosas como que “…el gobierno ha hecho ingentes esfuerzos por lograr esta cifra jamás lograda en los últimos años”

Carrera, entonces, hacen los datos que pretendiendo informar, desinforman. Este proceso continua luego en los periódicos y la radio. Es, desde todo punto de vista, mucho mas preocupante en la prensa, pues esta tiene el espacio para explicarlo y, aunque en oportunidades medios especializados lo hacen, la mayoría se contenta con incluir un infograma o una curva. Pero que significado tiene? Cuánto representa esto en dinero para el común de las personas? Cuantas personas afecta? Como se relaciona con otros idicadores como ingresos? Ninguna de ellas se responde. Recordemos que este sólo es un ejemplo.

También a modo de ejemplo avancemos al momento en que nacen las urnas virtuales y la idea de hacer que los ciudadanos televidentes, radioescuchas y lectores, participen de un medio con encuestas medidas por la estadística se pone de moda. “el 35% de los colombianos opinan que…” y que significa el 35%?. Quizás que de 43 millones 15 millones en ese porcentaje el país cree algo u opina algo? O quizás es otra cifra que se da como información de titular que se entrega escuetamente como información que no dice nada? Cuántas veces se dice cual fue la muestra y se explica la tendencia?

Ante esto el espectador común termina sin entender cómo los medios irresponsablemente se atreven a totalizar un país polarizando su tendencia y posición radicalmente sin dar interpretación dejando en oportunidades en el aire, la duda de quien lo hace por desconocimiento y quien lo hace con la firme intención de manipular la información y generar tendencias falsas a modo de interés, como se ha demostrado en el caso de las encuestas a elecciones.

Pero la información no sólo se deforma de este modo y se confunde con los datos escuetos en este caso de informaciones que rayan con lo estadístico y su traducción desde los porcentajes.

Tanto los periodistas y los medios como las mismas fuentes –racionalmente ellas y en oportunidades ingenuamente los comunicadores- tienen a trabajar los datos como informaciones fragmentarias que, en últimas, terminan dando un mensaje peligroso.

Periodistas en el cubrimiento del conflicto armado y fuentes generadoras de las noticias se acostumbraron a solo emitir datos: “ en el ataque, 3 militares fueron muertos y 15 guerrilleros dados de baja” ó “ se incautaron 300 kilos de cocaína, 250 cartuchos y 3 fusiles, aparatos de comunicación, prendas de uso privativo y se capturaron 10 personas”

Pero dónde quedó el ser humano? Desde cuándo es mas importante el dato que una vida y enumerar como en un listado que sumará a las estadísticas anuales para compilados de gestión en informes de fin de año?

En el caso del primer ejemplo “3 militares muertos y 15 guerrilleros dados de baja”. A quien les es útil estos datos. No sería de más utilidad dar el nombre y ubicación de las personas y orientar la información para que las personas allegadas o familiares sepan que hacer? No se trata en el proceso de la comunicación que las personas al tener acceso a la información, puedan hacer algo con ellas? Es de interés del público saber el número o la cantidad de muertos? Le cambiará en algo la vida al público sabiendo que 18 hermanos colombianos se mataron? Se trata de generar el mensaje a la opinión pública que el que esté por fuera de la ley y del sistema tiene que ser eliminado como si no fuera un ser humano? No es peligroso el mensaje y el dato que diferencia el muerto o asesinado con el dado de baja? Son ilegales muertos con balas guerrilleras pero legales los muertos con balas oficiales?

Si bien la línea que separa la información y los datos es delgada, los datos no son la información y esto parece ser el primer olvido de los comunicadores que trabajan en los medios. Es preocupante esta tendencia porque desdice mucho de la aplicación de lo aprendido en la academia y muestra una distancia entre lo aprendido y la puesta en práctica.

Los datos por si no dicen nada. Los datos deben ser explicados, contextualizados pero sobre todo complementados. Los datos son las fichas del rompecabezas que armado es la información completa. Cuando no se entregan solo datos, fichas desconexas, estamos haciendo honor a la especulación, a las versiones no confirmadas y llevando a la confusión y a la desinformación.

En la vida cotidiana, entregar parte de la información –en oportunidades- es mentir. Suele decirse que quien entrega información a medias no dice la verdad. La información a la que le apostamos en el periodismo es la entrega de la verdad. Una verdad honesta y los datos no son la verdad, son solo parte y elementos que nos llevarán a construirla.

Con la simple difusión de datos desinformamos y deformamos la realidad. Estamos –de cierto modo- mintiendo o siguiendo el juego a los manipuladores. La mayoría de las veces que los periodistas entregan informaciones a medias es porque las reciben tal cual de la fuente y la irresponsabilidad periodística se camufla bajo el pretexto de decir que lo entregado por el periodista sino por la fuente por lo que se cita.

Esta posición da pena, pues significa que el periodista, entonces, está dejando de lado su labor para convertirse en la secretaria que toma el dictado y tal cual lo entrega. El periodista está llegando al extremo de ser un lleva y trae que no procesa y no analiza. Nada diferente a lo que puede hacer una máquina que graba y reproduce. El periodista comienza a convertirse sólo en el operario y no en la consciencia de la sociedad.

La transmisión de datos, es un tema técnico ampliamente desarrollado por los ingenieros de sistemas y técnicos de redes. Estos en su profesión garantizan que los datos se capturen y sean entregados o transmitidos con eficacia. Los medios de comunicación, no son ingenieros cuya labor es esa transmisión de datos, su responsabilidad social los obliga a interpretar estos datos, estudiarlos, analizarlos y corroborarlos para entregar una información coherente, precisa, responsable, honesta y sobre todo útil.

Esta tendencia de la datomanía, es también un síntoma de un periodismo enfermo que ha caído encerrado en las salas de redacción. Un periodismo que ha quedado matriculado en la dinámica del facilismo y el poco esfuerzo. Un periodismo dedicado al día día que no permite investigar y que solo puede dar datos bajo la disculpa, siempre creíble, de que en un país como Colombia, hay tantas cosas que ocurren que no hay tiempo mas que de contarlas sin ninguna rigurosidad y ya.

Los medios dentro de esta dinámica de los datos, han entonces iniciado un proceso de bloques de noticias que pretende equilibrar y dar versiones sin interpretación y sin contextualización, es simplemente la interpretación literal y matemática del equilibrio en donde si alguien dice “si” entonces en otra nota se presenta a alguien que diga “no”. Pero esto no es responsable.

Aunque esta tendencia se ve mas en los noticieros de televisión, no es tan alejado lo que podemos encontrar en otros medios noticiosos o periodísticos. El comportamiento es similar y el juego es matemático de cúantas noticias hay en una hora de emisión o en una página.

Los datos tomaron su fuerza cuando en un acto no reflexivo mas sí de mercadeo, se generaron secciones de píldoras de datos que funcionan perfectamente como chismes o como ventanas secretas que cumplen su labor de dejar a la gente “picada, con la duda y a la libre interpretación. Eso es válido, pero no cuando de dar información se trata.

La información debe ser clara, concreta que responda a las famosas “w´s” que no deje a la libre interpretación sino que oriente a la opinión pública. Las noticias no se dejan a la interpretación, las noticias ocurren y los hechos son eso: Hechos.

Dejar a la libre interpretación del público una información, es decirle que adivine los hechos. Para esas adivinanzas, hay otros formatos y otras técnicas no informativas.

Si una información da a lugar a la interpretación, esta es responsabilidad del periodista, persona que de primera mano conoce los hechos y tiene la obligación de darla a conocer a su público contando de manera honesta –antes se hablaba de objetividad- lo que él conoce y lo que él interpreta.

Es tan delgada la línea de los datos y de la información y la debilidad en la preparación del periodista, que él mismo en el cumplimiento de su labor cuando accede a la información teme trabajar en la elaboración e interpretación del hecho creyendo que esta obligación puede ser entendida como editorializante o como opinión. Qué lejana la comprensión de la verdadera labor del periodista y nuevamente que falta de precisión en los conceptos.

Podemos mirar entonces, como la tendencia de los medios y del periodismo actual en Colombia, está mas marcada por falencias académicas que por la cantidad de noticias que se generan. Por la mala aplicación de conceptos que generan equivocas líneas editoriales. Por el facilismo y el creciente estilo de hacer periodismo de escritorio que sólo ve noticias programadas en agendas condicionadas por las oficinas de prensa de las fuentes quienes, hábilmente, envían sus citaciones a ruedas de prensa, o sus comunicados o, en el caso de las fuerzas militares, el casete con las imágenes que van hasta marcadas.

Es muy peligrosa esta tendencia última, toda vez que limita la visión periférica que debe tener el periodista, el contacto con otras fuentes en el lugar de los hechos y simplemente escoltados en que es material entregado por la fuente oficial, se cree ciegamente en lo que ella produce, declara y entrega en las cómodamente en las manos del periodista llevándole, inclusive, el material y las noticias resultantes, hasta su escritorio.

Hace cuanto, los periodistas dejaron de ir solos o por sus propios medios hasta el lugar en donde se producen los combates entre ejército y grupos ilegales? Hoy son invitados a los teatros de operaciones en primera clase, con guías turísticos que determinan el lugar donde lo llevan y que le muestran en un recorrido controlado por la fuente y programado con suficiente anterioridad.

Igual ocurre con la muestra de resultados. Al periodista se le da un comunicado con los datos y la fuente le dice a quien debe entrevistar y de antemano el mando le condiciona sobre que hablan y sobre que no terminando por lo general no hablando sino de los mismos datos del comunicado y sin aportar información ni la manera de armar el rompecabezas. Esto llega al colmo, cuando se muestra una incautación de droga, de armas o detención de personas, la fuente pide el tiempo para minuciosamente organizar el set, poner su aviso de fondo en un claro juego publicitario en el que el periodista y el medio cae. Recuerdo cuando le dicen al periodista, “no me vaya a sacar el soldado mal vestido o con las botas sucias, sáqueme este otro que está bien”.

Con estos datos, el periodista arma una nota sin rigor y reproduce el comunicado lleno de datos y lo apoya con la imágenes prediseñadas por la fuente, sin entrar a contrastar lo ocurrido.

Este ejemplo parte de una fuente oficial pero igual es el comportamiento si la fuente no es oficial. El periodista tiende a creer ciegamente en una verdad basada en datos fragmentados y manipulados.

El resultado no es calculado, la falsa tranquilidad del periodista y del medio de creer que han cumplido con su labor y de un público desinformado y desorientado en su opinión con la mitad de lo que debería saber.

Hasta hoy, la realidad colombiana nos muestra esta faceta, no se puede desconocer que existen esfuerzos en algunos medios por corregir esta tendencia y reflexión al interior de ellos, pero todos incurren en el mismo problema, para la muestra un botón:

El periódico El Tiempo sufrió uno de los debates más profundos alrededor de un tema que, para la mayoría, sería banal: un artículo sobre los implantes femeninos en las mamas. Un tema que mereció la intervención de la defensora del lector y generó la molestia de la sociedad, las fuentes, los afectados y hasta del público. El debate no fue por el tema, sino por el manejo de los datos confundidos con información a tal punto que el periódico tituló: “La Defensora del Lector comenta la selección arbitraria de datos por parte de los reporteros”

El caso lo reveló la columna de la defensora del domingo 19 de junio en donde muestra como los datos no son información y el mal manejo de ellos e incluso la selección y publicación no responsable de ellos genera conflictos y problemas de envergadura.

La defensora explica como se armó un problema de palabras mayores entre la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica y varios periodistas de El Tiempo cuyo artículo llevó a una cancelación masiva de pacientes que pretendían operarse los senos y otra cantidad preocupadas por ya tenerlos y la intensión que quitárselos. El culpable, la desinformación generada por la selección incorrecta y tendenciosa de los datos de una información.

En este caso, la conclusión fue que la omisión de algunos datos llevó a la desinformación generando un problema de ética. En palabras de la defensora: “la reportera no mintió, pero su selección de datos para el recuadro fue arbitraria, puesto que convirtió en absolutas, realidades que son relativas. Aprovecho la ocasión para decir que los comunicadores deberían tener en cuenta una premisa que, a pesar de que suene sarcástica, es seria: es más sencillo editar la entrevista de un político que la de un científico.”

El proceso desinformación es fácil pero no es el propósito del periodista, claro que si de desinformar se trata, tenemos en los medios excelentes desinformadores y facilistas comunicadores que no calculan el daño que hacen al usar los datos como información.

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