Memorias Debate Prensa y Gobierno

Hoy reproduzco las memorias del debate sobre Prensa y Gobierno al rededor del caso del DAS, realizado por Medios para la Paz y la Universidad Javeriana el día de la libertad de prensa. En su boletín, Medios para la Paz dice lo siguiente:

PARA LOS COLOMBIANOS SERÍA UN GRAVE MAL DEJAR DE CREER EN LA PRENSA Y EN SUS PERIODISTAS
 

Interesantes puntos de vista disímiles entre si mostraron en el foro “El caso del DAS: el gobierno, la prensa y el derecho a la información” los periodistas: María Jimena Duzán, Columnista de El Tiempo, Rodrigo Pardo director editorial de la Revista Semana, María Elvira Samper, editora general de la Revista Cambio, Javier Darío Restrepo, Consultor internacional en asuntos de ética y periodismo frente a las críticas, Jaime Bermúdez, Asesor de Comunicaciones de Presidencia de la República, en torno a las reflexiones en el foro El caso del DAS: el gobierno, la prensa y el derecho a la información”, realizado por la Corporación Medios Para La Paz y la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Pontificia Universidad Javeriana. 
 
Este  foro dejó al descubierto la posición de los periodistas, profesores y estudiantes de comunicación quienes consideran desde lejos que el Presidente de la República cometió un grave error al descalificar a la prensa, centrándose mucho más en quienes llevan el mensaje y no el mensaje. Por su parte y mostrando una posición de defensa del tono, carácter y posición que siempre adopta el presidente, el asesor de comunicaciones rebatió las reflexiones que los periodistas hicieron.
 
En términos generales fue un foro calmado de interlocutores que con el paso de los años y la experiencia del ejercicio periodístico, son autoridades para discutir qué pasa con la prensa en un hecho coyuntural del país que causa revuelo y la pone a reflexionar respecto de ideas múltiples argumentadas.   
 

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María Jimena Duzán
Columnista de El Tiempo
 
Inició la periodista María Jimena Duzán, Columnista de El Tiempo, reflexionando acerca de la forma como el gobierno del Presidente Álvaro Uribe, maneja algunos temas de gobierno y las entidades del Estado para con los medios que no son afines a su mandato, como por ejemplo que el presidente mantiene una buena relación con los medios de comunicación que son afines a el.
 
También indicó que todo acto de gobierno pasa por su tamiz y que sin lugar a dudas es el gobierno que mejor prensa ha tenido, sobretodo de las dos grandes cadenas  privadas, y que existe una luna de miel entre ellas y el Presidente de la República.
 
Dijo que el presidente maneja un talante amedrentador con la prensa y que un ejemplo de ello ha sido el caso de los periodistas Hollman Morris y Daniel Coronel. El primero de ellos quien el 27 de junio de 2005, cuando hacía un reportaje en el sur del país, escenario en el que se presentara una masacre de militares por parte de las FARC, el Presidente Álvaro Uribe, en declaraciones ante los medios dio a entender que había una complicidad entre el periodista y la agrupación guerrillera. Esta declaración esta que luego fue desvirtuada en un comunicado de Presidencia de la República,  puesto que el Presidente había recibido una información errónea por parte de un miembro de la alta cúpula militar. El segundo caso, el de Daniel Coronell, quien debió abandonar el país debido a la amenaza de Carlos Nader Simmonds, amigo del presidente de quien este dijese en una entrevista que era “buena gente”.
 
Finalizó María Jimena su intervención manifestando que lo mejor que le puede pasar al presidente y a la democracia colombiana es que haya una prensa crítica.
 
 

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Rodrigo Pardo
Director Editorial de la Revista Semana
 
Por su parte Rodrigo Pardo, Director Editorial de la Revista Semana manifestó que en Colombia hay problemas más graves para la libertad de prensa, que los regímenes jurídicos y las  acciones del gobierno. El atropello contra los medios proviene a menudo de los grupos armados y del impacto de estos, siendo los de provincias los mas vulnerables en el conflicto.
 
Entorno a ello el periodista se planteo el siguiente interrogante: ¿El episodio del DAS nos cambia ese diagnóstico, hacia una amenaza adicional introducida por un gobierno intolerante que amenaza a los medios? Al cual el mismos respondió que no lo creía, que es un episodio muy desafortunado por parte del Presidente Uribe, que es un hecho coyuntural y que más bien reflejaba la situación del conflicto.
 
Al igual que los demás periodistas, manifestó que hubo graves errores cometidos por el Presidente Álvaro Uribe pero que éste es un defensor de la libertad de prensa. Que “lo sucedido entorno al tema del DAS ha sido una grave salida de casillas” porque no es cierto que la revista Semana tenga interese electorales y que la información que se publicó estaba debidamente confirmada y sustentada.
 
Sin lugar a  dudas la salida del presidente dejó de manifiesto una actitud intolerante ante hechos que no son afines al gobierno, mostrando además una falta de criterio con respecto a lo que la revista publicó, sobre todo si se tiene en cuenta que en Colombia no existe un medio de oposición al gobierno.
 
Pardo manifestó que “Al presidente le molestan los controles y las críticas de los medios razón por la cual los copota y deslegitima.   Con la salida en el caso del DAS el Presidente quiso levantar una cortina de humo para que la discusión del tema se centraran en los medios y no en lo ocurrido en esta agencia”.
 

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Jaime Bermúdez
Asesor de Comunicaciones de Presidencia de la República
 
Pidiendo un cambio en el orden de intervención para responder a las reflexiones de María Jimena y Rodrigo Pardo, Jaime Bermúdez, Asesor de Comunicaciones de Presidencia, contradijo los puntos de vista que los periodistas plantearon. Rebatió con el relato de una serie de situaciones anecdóticas: declaraciones públicas, exposición ante los medios y justificaciones entorno a lo sucedido con el DAS, por parte del Presidente Uribe. Indicó que es más sano y más importante para la democracia, que un presidente de un debate ante los medios, culpando directamente, a que no lo haga.
 
Que el manejo de los medios de comunicación en Colombia y la pauta oficial es diferente a como se manejaba en otros gobiernos, que es importante revisar algunos casos que han sucedido en Colombia para ver y comprobar como ha avanzado la libertad de prensa y que el presidente no tiene directores de medios a quienes llama para que le hagan buena prensa.
 
Sobre el caso de Hollman Morris, manifestó que el presidente había dado las declaraciones a los medios basado en una declaración falsa que le suministraron fuentes militares, pero que una vez fue enterado de error rectificó la información a través de un comunicado.
 
Sobre el caso de Daniel Coronell, el asesor indicó que el personalmente, el vicepresidente, José Obdulio Gaviria y más personas, del ministerio del interior, llamaron personalmente al periodista para brindarle protección, pero que este ya la tenía, y que en ese momento el origen de la amenaza se desconocía y decidió retirarse del país.
 
Dijo también que el presidente si da la cara y no ha habido personaje más expuesto ante los medios de comunicación que él. Citó por ejemplo, que en provincias semana tras semana está hablando con ellos, y que había llamadas de los oyentes que lo cuestionaban, que en los consejos comunales preguntan todas las personas y esa es una manera de darle la cara al país y responder.
 
En el caso del DAS la decisión del gobierno de aceptar la renuncia del director, desvincular al subdirector, proponer la creación de una comisión de personal de altas calidades, deja en evidencia la intención del presidente. “No se puede jurídicamente despedir a esas personas, porque la demanda contra el Estado se hace evidente”.
 
Así mismo ratificó lo que ya en diversas ocasiones ha manifestado el Presidente, que Jorge Noguera, se nombra en Milán por una cuestión de seguridad. Que esa decisión tiene un costo, que “hubiera sido más fácil  descabezarlo de una, entregarlo y salir del problema,  pero ese no es el talante del mandatario” indicó.
 

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María Elvira Samper
Editora general de la Revista Cambio
  
A través de seis puntos mostró cómo el Presidente Álvaro Uribe descalifica y siente desprecio ante los medios de comunicación, que entablan peleas con ellos y que pierden los medios y periodistas que se quedan en envueltos en ellas.  
 
Para empezar quiero decir que NUNCA, con mayúscula, la revista CAMBIO ha recibido presiones, ni siquiera sugerencias, del gobierno del presidente Uribe para publicar o no publicar información que le concierne, como si ha ocurrido en otros gobiernos. Para decirlo Gráficamente el Gobierno no manda gente a los cierres ni está pendiente de ellos.
 
Segundo: El presidente Uribe piensa que no necesita a los medios escritos y siente un cierto desprecio por ellos, pues ha establecido por medio de los consejos comunales una comunicación directa con la gente con lo que eso tiene de bueno y de malo. Pero si privilegia a los medios electrónicos, sobretodo a la radio porque no lo editan. No experimenta pudor alguno para llamar a  las estaciones de radio y salir al aire a dar o defender sus puntos de vista. Y en cuanto a la televisión tiene a su disposición el canal institucional y uno de los canales privados. 
 
Tercero: El Presidente se equivocó en materia grave en el caso del DAS y cometió un doble error: defender a capa y espada y nombrar cónsul en Milán  Jorge Noguera que salió de la entidad en medio de un escándalo sin antecedentes y sobre cuya administración pesan denuncias muy serias, y atacar en forma airada a los medios bogotanos, concretamente  a Semana y a su director Alejandro Santos, por haber entrevistado al ex jefe de informática del DAS con el argumento de que era un testimonio poco creíble y de que, como no había sentencia condenatoria, comprometía la honra de servidores públicos y afectaba la legitimidad de las instituciones.
 
Se equivocó no sólo al intentar montar una especie de lucha de clases entre los medios periodísticos de Bogotá  y la gente originaria de la provincia, sino porque ignoró de plano la función fiscalizadora de la prensa: cuando se trata de asuntos que comprometen a funcionarios públicos, el derecho de los ciudadanos a ser informados prima sobre la intimidad del funcionario.
 
 Se le olvidó al Presidente que son los malos los que saben en que andan los malos y que todos los gobiernos y sobre todo sus organismos de inteligencia los usan para atrapar a otros delincuentes. ¿Entonces porqué no podíamos acudir a las declaraciones que el ex funcionario del DAS le dio a la Fiscalía, que coincidían con la información que veníamos recibiendo de tiempo atrás y no habíamos logrado que alguien la reconociera como cierta?.
 
La prensa no está obligada a probar como si se tratara de un juez, y tampoco se la puede acusar de vulnerar las instituciones cuando publica información que las afecta seriamente, como ha sido el caso del DAS.
 
Cuarto: Grave, muy grave la intolerancia del presidente a la crítica  y el hecho de que lo sacara de casillas no el contenido de las denuncias, sino el origen bogotano de los denunciantes. Grave calificar frivolidades como denuncias sobre funcionarios del DAS que advertían a los capos de operaciones en su contra, sobre alteración de las bases  de datos para favorecer narcotraficantes, sobre las listas de sindicalistas y académicos entregadas a paramilitares para que fueran asesinados, sobre un supuesto complot contra Venezuela, sobre alteración de registros electorales sobre comisiones de contratos que habrían ido a parara las arcas de Jorge 40.
 
Quinto: Resulta sospechoso que el presidente a quien no le tiembla la mano para destituir militares se haya mostrado tan complaciente con Noguera.
 
Sextos: Se equivocan el gobierno y los políticos cuando tratan de usar o juzgar a los medios en función de sus intereses, y se equivocan los medios que casan peleas y quedan en ellos dando vueltas como corcho en un remolino.
 

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Javier Darío Restrepo
Consultor internacional en asuntos de ética y periodismo
 
Javier Darío Restrepo, haciendo una crítica de los medios, la prepotencia de los periodistas y la del presidente indica lo siguiente.  El asunto no es tan simple como decir que lo democrático es que los medios sean libres para preguntar, investigar y publicar y que los gobiernos deben responder, aportar información y someterse al juicio de la opinión pública. Cuando se mira la práctica las cosas se complican como me lo demostró este ejercicio.
 
Me pregunté primero: ¿Tenemos razón para reclamar?
Y las tenemos: 
 
Los electores necesitan respuestas y nosotros se las buscamos. Es nuestro oficio. Actuamos para ellos, preguntamos por ellos. Aún más, potenciamos la voz de los ciudadanos y al hacerlo establecemos el equilibrio entre el poder gubernamental y la voz ciudadana. Las instituciones, el presidente mismo están subordinados a esa ciudadanía; por eso no aceptamos que nos exijan servir al interés del presidente o de las instituciones como si en eso consistiera el deber patriótico de la prensa. Estamos al servicio de la ciudadanía, actuamos como ciudadanos al fiscalizar las instituciones y los gobernantes. Señalar sus fallas, exigir respuestas es un deber ciudadano en una democracia activa.
 
Pero el presidente también tiene sus razones para no aceptar lo que él siente como prepotencia de los medios. Exploro esas razones y encuentro:
 
Ni ciudadanos ni gobernantes tienen obligación de responderles a los medios. Los reporteros lo sabemos y por eso es parte de la técnica de una entrevista crear un clima de confianza para obtener respuestas. Recuerdo que Antanas Mockus se negó en una anterior campaña para la alcaldía a participar en un debate. Y ganó la alcaldía, no por su ausencia, pero sí a pesar de esa ausencia, según los medios. Virgilio Barco estuvo ausente en un debate con los otros candidatos, se  lo reprochamos desde los medios, y ganó la presidencia. No sería correcto  concluir que esas ausencias no les importaron a los electores.
 
 Es más aproximado a la realidad decir que  esa presencia en los debates no era tan importante como se la imaginaban los medios. Es más diciente concluir que la representatividad de los medios lució debilitada en esas ocasiones. Algo parecido a lo que puede pensarse del episodio en que los medios, empeñados en la renuncia de Samper, tuvieron que registrar que allí estuvo y allí se quedó.
 
Otra razón del presidente podría ser – como ven me he metido en camisa de once varas- que el juicio político que los medios hacemos con nombre de entrevista o debate, no le corresponde a la prensa. Es el congreso, son los organismos de control quienes están llamados a hacerlo. En rigor constitucional no hay lugar a reclamo de los medios cuando no obtienen respuesta de los funcionarios.
 
Sin embargo existen los recursos del derecho de petición, está consagrado como fundamental el derecho a la información y existen mecanismos legales para garantizar el acceso a la información; pero en todos esos casos el presupuesto sobre el que opera la ley es la condición del medio de comunicación como vocero o representante del ciudadano. Cuando los periodistas nos acogemos por ejemplo, al derecho de petición, lo hacemos como ciudadanos, nada más y nada menos. Somos ciudadanos y participamos en la vida de la sociedad con el instrumento técnico de lo medios, sí. Pero con una representatividad informal que no ha sido refrendada por ningún mecanismo democrático. Nadie nos ha nombrado; esa representatividad se la tienen que ganar el periodista y el medio a golpes de credibilidad. Un político en aprietos, un funcionario cuestionado por un medio tienen ese recurso y lo utilizan al preguntar expresa o tácitamente: ¿usted quién es para que yo deba responderle?
 
Continúo en mi ejercicio y me pregunto: ¿cuáles han sido los errores del presidente y de los periodistas?
 
El presidente se equivocó al no responder. La democracia no le impone una obediencia legal de responder a la prensa, pero sí le crea el deber de dar cuenta como presidente; sus electores, por su parte esperan un candidato abierto a todas las preguntas; por eso es un error abstenerse de responder y, en cambio, descalificar a quien pregunta, en vez de explicar el hecho.
 
Sin proponérselo el propio presidente le da argumentos a la oposición cuando ante las investigaciones publicadas por la prensa, elude la respuesta. El público que no es del partido del presidente, ni es de la oposición, que es el que puede tener unos votos decisivos, tiene motivos para dudar ante la reacción agresiva del candidato.
 
Nuestro error como periodistas y como medios consistió, a mi juicio, en un sobredimensionamiento de un hecho que debió ser mirado y tratado como rutina del oficio. Se nos olvidó que nunca los poderosos  han aceptado los cuestionamientos de la prensa, ni de la oposición. Ver el capítulo 9 de A plomo Herido, de Maryluz, donde se hace un revelador recuento histórico de la historia de la libertad de prensa en Colombia.
 
El poder, antes de afectar el ego, altera la capacidad de conocer de los poderosos. ¿Por qué asombrarse por la reacción temperamental de un mandatario cuestionado? También olvidamos que una campaña electoral con un presidente candidato no es una batalla de flores. Si las investigaciones de los medios son sólidas, hechas con rigor científico, y sin concesiones al afecto o al desafecto y en cumplimiento del deber para con los lectores y por medio de ellos para con el electorado, se generará un conocimiento necesario para la libertad, no importa la reacción del candidato, que está en lo suyo cando se pone a la defensiva. Es ingenuo pensar que  ante la denuncia de unos hechos graves la reacción del candidato vaya a ser la del asentimiento. Resulta tan engañoso el que dice que hará investigaciones exhaustivas como el que se indigna y posa como víctima. Sabiamente aconsejan los periodistas expertos en investigación que se mantengan en reserva argumentos y pruebas contundentes para responder a las previsibles reacciones del acusado.
 
Concluyo. Déjenme ser crudamente sincero. De todo este episodio concluyo que sigue siendo fácil eludir responsabilidades con el simple recurso de acusar a la prensa de superficial, irresponsable, desinformada o maliciosa. Pero este recurso de está debilitando.
 
La prensa está aprendiendo de la experiencia que en vez de hacer retórica sobre libertad de prensa, es más eficaz afinar sus técnicas y su sentido ético para investigar y ofrecer elementos de conocimiento a la ciudadanía. Existe la tentación de ocultar tras el burladero de la libertad de prensa errores y malas intenciones. También existe el talón de Aquiles de los periodistas y de la prensa: la arrogancia que nos malaconseja para hacernos sentir intocables y casta privilegiada.
 
Es decir que como a los poderosos nuestra condición nos puede afectar primero el ego y después la capacidad de conocer. Esto sería trivial e irrelevante si no minara la credibilidad de la prensa; y estoy convencido de que para los colombianos este sí seria un grave mal: dejar de creer en la prensa y en sus periodistas. Lo demás es lo de menos.

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